Religioso mínimo oriundo de Saint-Amour (Franco Condado). Su vida religiosa está ligada al convento de Morteau; allí no sólo cuidaba de revisar los trabajos de construcción de convento y templo, sino que colaboraba en los mismos con sus propias manos. Allí reunió a los devotos de San José en una Cofradía. Destacó en su preocupación por la salus animarum: atendía ininterrumpidamente a los peregrinos, catequizaba a los niños, en tiempo de epidemia administraba los sacramentos a los apestados, rentegraba al buen camino a las meretrices y, además, auxiliaba espiritual y materialmente a los que, venidos de Suiza, se convertían a la verdad católica. Murió con fama de santidad en Morteau el 13 de mayo de 1638.