Natural de Abbeville, ingresó en la Orden de los Mínimos y profesó en su ciudad natal el 10 de noviembre de 1527. Se abismaba en la contemplación ante el Crucifijo, recibiendo incluso el don de lágrimas, tan a menudo y con tanta abundancia, que se atribuye a ello el deterioro notable de su vista; pese a quedar casi ciego durante once años, no descuidó ninguno de sus cometidos. Murió en Abbeville el 10 de junio de 1573, siendo sepultado delante del altar mayor en la iglesia conventual.
BIBLIOGRAFÍA: