Religioso nacido en Sevilla en 1618 (otros le dicen natural de Fregenal de la Sierra).
Era hijo de Juan García Ronquillo y de Juana Arias Loyola; una de sus
hermanastras fue la venerable Madre Sor Gertrudis María de la Corona (fundadora
del convento de Mercedarias Descalzas de Toro), a la que estuvo muy unido y de
la que recibió válidos consejos espirituales. Habiendo el jovencito Juan
Ronquillo enfermado de tisis, se atribuyó a la intercesión de
San Francisco de
Paula su curación y, por ello, ingresó en la Orden de los Mínimos. Andando el
tiempo, fue Regente de estudios en el Colegio de Sevilla, donde también
desempeñó el cargo de Corrector.
Fue Predicador, Examinador Sinodal del Arzobispado de Sevilla y Calificador de la Inquisición en Sevilla. Comisionado por su Provincia monástica al Capítulo general de 1655
celebrado en Roma (donde trató el embajador de España que le eligieran como
General) y al de 1661
en Barcelona (se dice que en este no le eligieron General por oponerse el entonces
Provincial de Sevilla Padre Sebastián Bejarano). Al no obtener el
Generalato, Ronquillo pasó a Madrid con ánimo de granjearse la presentación
para un Obispado, habida cuenta de los muchos amigos que tenía en la Corte;
pero una vez allí ciertas señales sobrenaturales le revelaron no ser aquella la
voluntad de Dios, de forma que volvió a Sevilla. Fue Provincial de la provincia hispalense, varias veces Definidor y Colega. Fue también Vicario General por delegación del Corrector General Francisco Navarro.
Para su humillación, se vio inmerso en un pleito de graves acusaciones, de
las que le declaró finalmente inocente el Consejo. En sus últimos años, enfermo del hígado y aquejado siempre de una sed que
apenas le permitía pronunciar palabra, vivió retirado de todo gobierno
temporal y dedicado al cumplimiento ejemplar de sus deberes de religioso,
empleando la mayor parte del tiempo en meditativa contemplación. Falleció en
el Colegio de San Francisco de Paula de Sevilla el 3 de noviembre de 1682, a los 64 años
de edad.
Obras: