Convento de Utrera (Convento de Nuestra Señora de Consolación)
Los mínimos tomaron posesión de la ermita de Nuestra Señora de la Consolación de Utrera el 31 de marzo de 1561, como culminación de las gestiones efectuadas ante el Arzobispo de Sevilla con el patrocinio de la reina Isabel de la Paz y por la buena disposición que en los utreranos había logrado el ermitaño que a la sazón la habitaba, fray Antonio de Santa María, antiguo novicio mínimo en Écija. Al año siguiente esta casa fue ya Correctorado y convento y santuario fueron ampliándose y enriqueciéndose gracias a las muchas limosnas que se daban por ser la imagen de Consolación muy milagrosa. Importantes donaciones provenían en el siglo XVI de la nobleza andaluza (duques de Sessa, Osuna, Medina Sidonia, Arcos, Béjar, Alcalá, Cardona-Comares, etc.). En 1565 se concedió el patronazgo de la capilla mayor a Alonso Luis Fernández de Lugo, adelantado de Canarias.
Fachada del Santuario
En el siglo XVII fue patrono el conde-duque de Olivares. La fama de la Virgen de Consolación era tal que el día de su fiesta, celebrada el 8 de septiembre, acudían miles de fieles devotos a su procesión, ya que se constituyeron hermandades bajo esta advocación en gran número de poblaciones. Andando el tiempo en la procesión la devoción inicial fue degenerando en desorden, falta de respeto y escándalo, hasta el punto de que el Corrector General Juan Prieto informó al Consejo de Castilla; en consecuencia, la procesión fue suspendida por las autoridades.
El convento tenía en 1775 una renta estimada en más de 50.000 reales y estaba habitado por 22 religiosos. Fue centro de formación con Lectores de filosofía y hasta mediados del siglo XVIII albergó noviciado. En 1810 fue suprimido por el régimen napoleónico; en aquel momento eran 19 religiosos. El 21 de septiembre de 1813 volvieron a habitarlo los mínimos. Tras la exclaustración de 1835, el convento tuvo diversos usos. El santuario y la imagen en él venerada quedaron desde mediados del siglo XIX al cuidado de la Hermandad.
Santuario y convento
El 1 de diciembre de 1896 el santuario fue entregado al Padre Roldós para llevar a cabo la restauración de los mínimos en España y en 1897 se permitió formalmente que pudiese allí erigirse Noviciado de la Orden. Pero la mala salud de Roldós, que se estableció en Barcelona desde 1899, la falta de vocaciones auténticas y las tensiones con la Hermandad determinaron que la casa de Utrera fuera definitivamente dejada por los mínimos en 1901. Ya en el siglo XX el santuario fue gestionado durante unos años por los salesianos, que establecieron en él casa de formación.
Detalle campanario
BIBLIOGRAFÍA:
Jorge Alberto Jordán Fernández, Los conventos de la Orden de los Mínimos en la Provincia de Sevilla. Historia, Economía y Arte (Siglos XVI-XIX), Sevilla, 2013, pp.143-166.